No solo nos encargamos de cada aspecto de nuestro diseño y manufactura, sino que también controlamos a la perfección nuestros entornos de trabajo en cada paso de la fabricación. En concreto, verificamos meticulosamente la pureza del aire y el nivel de humedad en cada uno de nuestros talleres. Pero la hermeticidad también está presente en nuestros métodos de almacenamiento y ensamblaje, así como en los gestos humanos que, con tiempo y esfuerzo, preservan nuestra pasión centenaria por un trabajo bien hecho. Todo esto y más explica por qué nunca nos preocupamos cuando, al final de nuestro largo proceso de producción, ponemos todos nuestros relojes a prueba en cubas hiperbáricas. La hermeticidad incomparable de su Rolex es fruto de una disciplina que nos aplicamos continuamente.