Autonomía

El doble sentido de la autonomía

La autonomía de un reloj no es solo una promesa. Para nosotros, es un pacto que funciona en ambos sentidos.

Siempre hemos tratado de controlar el almacenamiento y la liberación continua de energía a los engranajes del movimiento, perfeccionando cada factor hasta el último detalle. Hoy en día, esta búsqueda ininterrumpida garantiza que nuestros relojes tengan una reserva de marcha óptima de hasta 72 horas.

Sin embargo, desde la introducción del primer rotor Perpetual en 1931, la autonomía ha conocido un progreso espectacular tomando a su vez una nueva dimensión. Una dimensión profundamente humana. Hemos aprendido que cada usuario tiene su propia energía, única y versátil, que cambia constantemente de ritmo, dirección e intensidad. Al comprender sus matices y variedades infinitas, fuimos capaces de capturarlos y distribuirlos a nuestros calibres con una eficacia máxima, creando así un intercambio perpetuo entre el reloj y el usuario.

Rotor

La autonomía de un reloj no es solo una promesa. Para nosotros, es un pacto que funciona en ambos sentidos. Ya sea el suyo o el del reloj, el movimiento crea movimiento.

Como todo movimiento humano que comienza con un primer paso, un movimiento inicial causado por nuestra propia energía que se adapta a nuestro ritmo, el movimiento de un Rolex comienza con un simple impulso. Uno transmitido por la cuidadosa mano experta de nuestros relojeros. A partir de ese instante, el pacto está sellado. Ya sea el suyo o el del reloj, el movimiento crea movimiento.

El «savoir‑faire» relojero de Rolex

Excelencia en desarrollo