Un legado de excelencia

Todo en Rolex lleva el sello de un ser humano excepcional.

Hans Wilsdorf, emprendedor y visionario, lanzó en 1926 el primer reloj de pulsera hermético del mundo. Este logro pionero sentó las bases de una serie infinita de invenciones e innovaciones que han marcado profundamente la historia de la relojería.

Del bolsillo al reloj de pulsera

Del bolsillo al reloj de pulsera

Nació en Baviera en 1881 y creció en una época en la que los relojes estaban diseñados para llevarlos en el bolsillo. Aunque algunos relojeros estaban experimentando con relojes de pulsera, estos se consideraban generalmente como joyas femeninas; nadie creía que fuera posible hacer un reloj de pulsera lo bastante robusto y fiable para el uso diario.

Sin embargo, un futuro más activo y al aire libre atraía a hombres y mujeres. Y Hans Wilsdorf se dio cuenta. Con solo 24 años ya le fascinaban los movimientos de los relojes y su precisión, por lo que supo exactamente dónde podría marcar la diferencia. Decidió arriesgarse e ignorar los recelos de sus contemporáneos: puso en marcha su proyecto para crear un reloj de pulsera realmente moderno, propio del siglo XX.

Calibres compactos, horizontes amplios

En 1905, comenzó a trabajar con un pequeño fabricante suizo en Bienne, que estaba creando unos movimientos extraordinariamente compactos. Hans Wilsdorf los ensambló en cajas, lo que condujo ese mismo año a la creación de su propia compañía relojera, embarcándose así en el trabajo de su vida.

Bienne pronto se convertiría en el corazón de la marca. El pequeño fabricante suizo se integró posteriormente en Rolex, convirtiéndose en el centro neurálgico, dedicado a producir movimientos superlativos.

La búsqueda de la precisión cronométrica

En 1910, recibió el primer certificado de precisión cronométrica atribuido a un reloj de pulsera, por la Oficina Oficial de Control del Funcionamiento de Relojes de Bienne, Suiza.

El reconocimiento internacional llegó justo después. Este primer modelo presumía de tal precisión que el Observatorio de Kew, en Londres, le otorgó un certificado de precisión de clase «A» en 1914. Hasta entonces, esa distinción estaba reservada a los cronómetros de la marina, los relojes más fiables de la época. Con menos de 30 años, Hans Wilsdorf había hecho una contribución admirable al dotar de tal precisión algo tan pequeño como la caja de un reloj de pulsera.

Instalaciones Rolex

Pasión por la bienfacture

La reputación de la empresa creció, y en 1919 su fundador estableció la sede permanente en Ginebra. Allí, con su característica habilidad para inspirar a otros, convenció a los mejores artesanos e ingenieros en relojería suiza para trabajar junto a él. En 1931, se introdujo, por primera vez, la corona de cinco puntas.

Desde entonces, el nombre Rolex se encuentra bajo este emblema, perfectamente representado en la exhortación de aquellos con los que ha trabajado para que «el resultado de su trabajo sea bello».

Hans Wilsdorf era un líder brillante con un deseo: dar a sus técnicos la confianza suficiente para lograr superar las posibilidades. «Rolex deberá esforzarse siempre por actuar y ver las cosas de un modo diferente a los demás. En esta idea reside mi fortaleza», declaró.

«Sin embargo, a pesar de su ingenio, si el mecanismo debe funcionar a la perfección, su fabricación también debe ser perfecta».

Hans Wilsdorf
Primer Oyster Perpetual

Evidencia mediante ensayo

El lanzamiento en 1926 del icónico Rolex Oyster, primer reloj de pulsera hermético del mundo, fue crucial.

Con este reloj, Hans Wilsdorf confirmó su predicción: los avances científicos y tecnológicos sentarían las bases de una nueva generación, más aventurera. En 1927, una joven nadadora, Mercedes Gleitze, alcanzó el estatus de celebridad cuando se convirtió en la primera mujer británica en cruzar el canal de la Mancha a nado —equipada con un Oyster. Esta espectacular atleta fue la primera Testimonial de la marca de Hans Wilsdorf y abrió el camino que cientos de deportistas, exploradores y artistas han seguido después. Gracias a sus logros, se han convertido en testigos estrella de las virtudes de la marca Rolex.

«Como una ostra, puede permanecer un tiempo ilimitado bajo el agua sin dañar sus componentes».

Hans Wilsdorf

Crear y transmitir

En 1931, Rolex lanzó el Oyster Perpetual. El primer reloj de pulsera automático hermético de la marca, con cuerda automática, que depende únicamente del movimiento de la muñeca para conseguir energía gracias a su rotor Perpetual.

Hans Wilsdorf insistía en que cada nuevo reloj debía ser un embajador de calidad de la marca. Para él, el marketing no era solamente una estrategia de venta, sino una forma de transmitir la integridad de su marca. Más tarde dijo: «Lo que se ha logrado en el pasado sirve para reforzar mi fe en el futuro y mi convicción de que la fama de Rolex demostrará que la marca es digna de la posición que se ha ganado en el mundo». Su deseo era forjar una identidad que fuera en consonancia con la calidad del trabajo, y que este trabajo honrara la marca por siempre.

«Lo que se ha logrado en el pasado sirve para reforzar mi fe en el futuro y mi convicción de que la fama de Rolex demostrará que la marca es digna de la posición que se ha ganado en el mundo».

Hans Wilsdorf

Intrínsicamente innovador

La compañía celebró su 40.° aniversario en 1945 con el lanzamiento del Rolex Datejust. Este reloj se convirtió en un símbolo de prestigio en todo el mundo gracias al distintivo de la fecha, en una ventana de calendario insertada en la esfera.

Once años después, en 1956, la marca seguía a la vanguardia de la innovación con el Day‑Date, el primer reloj de pulsera cronómetro, automático y hermético en indicar la fecha y el día de la semana con todas las letras en dos ventanas de la esfera.

«Las fechas y los días son esenciales».

Hans Wilsdorf
Legado
El regalo del tiempo

El regalo del tiempo

Su mayor legado ha sido el «trabajo bello» del que depende la compañía y el valor de romper con los límites de lo imposible, que se encuentra en los intereses de la marca, desde su relojería hasta el apoyo de sus Testimoniales y socios que representan la consagración.

Al transmitir su filosofía a Rolex, ha dejado un profundo sentido de continuidad, un enfoque excepcional en el largo plazo, en un mundo centrado en la inmediatez. Una filosofía que reside en cada reloj Rolex —creado para perdurar.

Wilsdorf falleció en 1960, pero el espíritu y los valores que ha infundido en la compañía perviven. Pertenecen eternamente a Hans Wilsdorf. Son Perpetual.

Con los años, la relojería representó algo más que un negocio. En su búsqueda de la perfección, quería ofrecer nuevas posibilidades y compartirlas. Sintió el impulso de crear un mundo mejor.

En la actualidad, el legado de Hans Wilsdorf continúa de manera perpetua —como sus relojes automáticos. Wilsdorf se aseguró de que las ganancias de Rolex se utilizaran como una inversión continua en las generaciones venideras.

El «savoir‑faire» relojero de Rolex

Excelencia en desarrollo